miércoles, 12 de mayo de 2010

Un encuentro radical


UN ENCUENTRO RADICAL

Hace tiempo por azares del destino conocí a una persona la cual se convirtió en alguien especial para mí. Al principio me rehusaba a entablar cualquier tipo de contacto. Ella se veía tan feliz, en paz consigo misma. Sin embargo, más que agradarme, me molestaba y no sabía cuál era la razón.

Mi actitud fue cínica, superficial y caprichosa. Creo que tan sólo me comportaba tal y como era. No me daba cuenta de que lo me molestaba era que yo no tenía eso que había encontrado en aquella persona y que la hacía tan agradable. Yo había puesto una barrera en mi interior. Aún así me preguntaba ¿cómo puede estar la mayor parte del tiempo en paz? ¿que no tiene problemas de ningún tipo?

Conforme fue pasando el tiempo y fui aceptando la realidad de mi enojo mi relación llego a ser más estrecha, abierta y amistosa. Lo importante es que quería saber el secreto de tanta paz y de ese rostro que irradiaba felicidad.

Aprendí muchas cosas, las cuales hoy te las quiero transmitir:

• El contacto contigo mismo, saber perdonarte y perdonar a los demás es bueno para tu salud pero más para tu alma.
• Aceptarte a ti mismo te ayuda a no pretender cambiar a los demás.
• El dar siempre lo mejor de ti mismo sin esperar nada a cambio
te llena de satisfacción.
• El pensar de una manera optimista
hace que tu vida y la de los demás sea más placentera.
Al expresar tus sentimientos aprendes a no guardar rencores, ni resentimientos.
• Disfrutar cada instante de tu vida
como si fuera el último hace que todas valgan la pena.
• Valorarte
es aprender apreciar a los demás.


Hoy le doy gracias a la vida por haber coincidido con aquella persona ya que mi vida cambió y hoy la tuya puede cambiar.
Por último, recuerda que la forma en la cual tú te relacionas con los demás, como piensas y actúas, se corresponde con lo que llevas dentro.

Algo sobre el Día de las Madres (en México)

Amorosa Madre

Madre mía, vida de mi vida,
luz eterna que alumbra mi corazón,
alentadora de mi esperanza fallida
y consuelo en mi desesperación.

Por Dios Madre, la bendita,
por la tierra venerada,
para el sol la iluminada
y de las flores, la más bonita.

Bello lirio del jardín bendito,
no solo la naturaleza te venera,
pues tienes a tu lado un corazón,
que si no estas, se desespera.

Madre si me abrieras el corazón,

a tus pies derramaría toda mi ternura,
iluminaría tu faz con viva llama prematura,
que no se extinguiría aunque tu alma fuera al fúnebre panteón.

Por eso Madrecita linda, rezo al Divino Creador,
te conserve siempre a mi lado,
me perdone si tu pecho he traspasado
con la punzante daga de mi desamor.